• abril 19, 2024 2:15 am

INFONORT

Multimedios



Crispín Garrido Mancilla


Rosarito.- Hurgando entre los escombros y cenizas dejados por los incendios derivados de la Condición Santa Ana, hay varias enseñanzas que es bueno desempolvar y guardar para darles una repasada esta misma temporada. 

Primero hay que entender que se llama condición porque no son solamente los vientos fuertes y cambiantes, sino la baja humedad relativa del aire y la elevación de la temperatura ambiente, combinados con la existencia de vegetación seca, que en esta ocasión es más de la normal, resultado de una temporada de lluvias inusualmente larga, la del pasado invierno, que dejó un exceso de maleza y pasto secos.
La condición Santa Ana puede ser fría o caliente y dura todo el otoño y parte del invierno y sólo deja de ser potencialmente incendiaria cuando comienzan las lluvias, lo cual no ha ocurrido, aunque hayan caído algunas gotas en algunas partes de la región.
Otra cosa que hemos aprendido es el alcance de la insensatez humana, que llega a niveles criminales, ya que mientras decenas de familias estaban sin casa y miles se movilizaban para ayudarlas, otros limpiaban sus patios de maleza y basura y la quemaban. No faltaron los que hicieron alguna piñata y les compraron cohetes a los niños para que se divirtieran quemándolos.
En nuestras coberturas de los incendios en Rosarito y Ensenada, pudimos ver cómo, debido a la condición Santa Ana, una microscópica brasa, casi invisible, comienza a humear y luego forma una flama y a los pocos minutos arden 10 metros de vegetación, lo mismo seca que verde.
Y una vez que el fuego cobra fuerza, combinado con el viento, crea sus propias corrientes de aire caliente y se desplaza cientos de metros en instantes, lo que lo hace imparable y devastador.
Y de nada sirve culpar a las botellas o vidrios que supuestamente causan el “efecto lupa”, acusado injustamente de iniciar incendios en zonas despobladas, puesto que si esos objetos están ahí, fue por intervención de los humanos y nadie está seguro de que realmente sean el origen de incendio alguno.
En cambio, está comprobado que la mayoría de los fuegos son originados por quemas hechas por humanos, especialmente por las que hacen los indigentes que pepenan o roban materiales y los queman para extraer el metal y venderlo por kilo (o gramos, por unos cuantos pesos) a las recicladoras.
Esas quemas, combinadas con la condición Santa Ana, son, literalmente, fatales, aunque igual efecto puede tener una colilla de cigarro tirada por la ventanilla del auto en la carretera o una chispa que vuela de un asador de carne.
En el incendio ocurrido entre el Centro de Convenciones de Rosarito y la Jersey, un policía me dijo que testigos vieron a unos jovenzuelos directamente iniciar el fuego. La piromanía es otro riesgo.
Una vez desatado un incendio, sea de vivienda o forestal, cada historia será diferente y puede ir desde la pérdida de absolutamente todo en cuestión de minutos, hasta la misma muerte.
Lo importante es prevenir, incluso si ello implica denunciar a quien irresponsable mente hace fuego durante la condición Santa Ana.
Esperemos que llueva pronto, pero mientras no suceda, cuidémonos.

(Visited 12 times, 1 visits today)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.